El tirillas

La puerta de aquella oficina estaba igual que hace unos meses. Poco más me llevé de aquel trabajo que la ubicación para aparcar en un sitio estratégico de la ciudad. Al cerrar el coche, me crucé con aquel tirillas andando por la acera contraria. Agaché la cabeza y pensé que no me había visto. Ahorré, así, una conversación de actualización humana que me hubiera hecho llegar tarde a mi destino.

A las dos semanas supe que había olido mi gesto aquel día y me llamaba para ponerme la patita encima. Tendrías que haber sido de esas aves que lanza el hueso desde arriba y no el tipo de ave que decidiste ser

Hoy espero en Gran Vía 2 al Dani para subir a Montjuïc.

Pseudònim: Weild

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