El tiempo

Sin darme cuenta, ya han pasado muchos años. Pero aún recuerdo tu sonrisa, tu voz, y tus palabras. Esas palabras bonitas, que decías de mí a tus amigos, y que yo siempre me escondía para escuchar.
Nunca te importó que yo no te prestará esa atención como a los demás. Lo único que te importaba, era que al menos, si podías verme todos los días.
«¿Por qué nunca me lo dijiste?».
Esa pregunta, me comió la cabeza desde pequeña. Pero con el tiempo, encontré la respuesta. Lo único que querías, es poder verme todo ese tiempo de infancia y poder disfrutarlo. Lo que te importó, era verme bien mientras el tiempo pasaba. Porque sabías que iba a llegar un momento donde los caminos ya no serían los mismos

Lyn

Némesis

Ha llegado el fin. Después de tantos años evolucionando, siguiendo el círculo de la vida, ahora se tiene que acabar. Hoy a las 8 del mañana, el mundo termina. Supongo que de alguna forma, el caos es la única forma de obtener la paz, sea lo que sea las consecuencias. Supongo, que estos meteoritos serán simplemente metafóricos algún día, y otras especies podrán disfrutar nuestra historia como nosotros la hemos disfrutado. Ahora solo hay que esperar.
-Manny, ¿quieres parar de jugar con tu juguete de ese T-Rex raro e ir a poner la mesa?
-¡Voy, un momento!

REX HAWES

El gato

Pasábamos la tarde en casa de Isaac. Fui a la nevera a coger una cerveza y aproveché para tomar el aire en la galería. Vi que algo se movía abajo en el patio. En ese momento llegó Blanca.
—¿Qué haces? —preguntó.
—Nada —contesté—. Mira, hay un gato ahí abajo. Parece que está cojo.
—Lo dices como si fuera algo grave.
—No sé, me ha parecido importante —observé.
Tiró lo que quedaba de su cigarrillo sin apagarlo. Al verlo caer, pensé que habría un incendio, pero no pasó nada. Solo cayó y chisporroteó contra la uralita.
—Ese es tu problema —me dijo. — Para ti todo parece importante.
Se fue sin decir nada más. Noté como la pena subía desde el pecho y los ojos se me humedecían. Tragué saliva y miré abajo por última vez. El gato ya no estaba.

Guybrush Threepwood

Inmortal

Veo amanecer desde nuestro tálamo. El estruendo de las olas me llama como un canto de sirena mientras el sol ilumina los surcos de dolor en su rostro.

– Han pasado tres años, ya no es necesario que sigas tejiendo.

Los dedos se detienen. Su mirada se enreda entre la trama y la urdimbre de ese sudario amarillento destinado a quien no lo necesita. Noche tras noche, la rutina se repite implacable, desgasta la fibra.

Deja el telar y se tumba a mi lado. Me mira sin verme. Me escucha sin oírme. Maldigo el día en el que, a la furia de Poseidón, solo sobrevivió el alma del astuto Ulises.

Llibretejant

Olvidar

Cuando corría, notaba los músculos de las piernas que se contraían, la fuerza con la que le empujaban hacia adelante. Le empezaba a resultar agradable el ardor de las piernas. Notaba las gotas de sudor que le caían por la frente. Después de unos cuantos quilómetros el aire empezó a ser insuficiente. Se concentró en tomar grandes bocanadas de aire y expulsarlas cada dos pasos. Empezó a arderle la garganta. Su cuerpo pedía agua pero no tenía, así que siguió corriendo. Al llegar a la cima de la montaña no se entretuvo en mirar el paisaje que tanto conocía. Bajó la colina al trote disfrutando del dolor que ahora le recorría todo el cuerpo y del aire que le borraba de la cabeza los sucesos del día a día. Era su método de purificación, de olvidar.

Hermenegilda Herrero

He roto los espejos

¡Ya no queda ninguno! Estoy harta de todas esas lupas colgadas por las
paredes, mostrándome lo que nunca seré capaz de ver en mí. Esos engendros que no muestran belleza, no es su función. Su verdadero propósito es mostrar mi vulnerabilidad, lo que me hace frágil, débil, humana. Deforman la realidad transformándola en algo absurdo y siniestro que me corrompe y atormenta. Sacan a la luz nuestras inseguridades, para no poder escapar de ellas.

Son egoístas, quieren ser el centro de atención del resto de mi día, atormentándome con mis más profundos temores. ¡Pero ya no volverá a pasar! ¡Les he vencido! No volverán a turbar mi mente ni a entorpecer mi cordura.

¡Ya no queda ninguno! Ahora soy libre.

SAHEBE

Los monstruos tienen el corazón púrpura

Me ahogan los rumores que pululan por doquier sobre Sant Jordi, el fiero caballero que muerte quiere darme por no entender el amor que por la princesa profeso. Dicen que me arrancará el corazón y que lo exhibirá delante de mujeres y niños; dicen que mi cola cortará y que con ella una armadura se hará fabricar; dicen que de mi sangre rosas brotarán y que todos serán felices. ¿Y debo yo pagar el precio de semejante despropósito, de esta enajenada locura quijotesca? Ese carnicero de tres al cuarto no entiende la poesía que late en mi interior, ni la pasión que nace y muere en cara una de mis células. ¡Qué sabrá él del amor cuando lo único que hace es ejecutar a diestro y siniestro sin distinguir inocente de reo! Se apaga mi ser pues a mi amada no volveré a ver.

Ren Amamiya

Camino hacia Torre Negra en Collserola

Tras acabar el concierto entramos en las fosas del Claustro sigilosamente.
Habíamos leído que por un túnel allí se llegaba a La Torre Negra. Conmigo iba Domènec Miquel, “la biblia de Sant Cugat.” Él no respaldaba esta tesis, no obstante, era feliz de entrar de noche. Quedamos quietos al bajar, la inmovilidad era un precio mínimo a los nervios. De pie, en la entrada estaba el Abad Biure, quien sonriendo nos dijo: -Esta entrada solo está abierta para vosotros, otros no podrían ni siquiera pretenderlo. El hijo de Berenguer de Saltells os llevará hasta La Torre Negra, lean los caracteres en latín de las paredes. Domènec al andar susurró: – ¡No puede ser!, Biure fue asesinado por Saltells la navidad de 1350. El conocimiento de este lugar tiene más argumentos reales que este diálogo que es la fachada de un sueño, o un deseo… ¡Despierta!… Fin de la hipnosis.

Arkolano