ENTRE LIBRO Y LIBRO

¿Por qué esta ausencia?… ¿Qué me produce este vacío? ¿Dónde han ido los cantos de los pájaros o el repiquetear de la lluvia contra la ventana? ¿Y mi mundo?… ¿Dónde está?

Cae la tarde, el sol está bajo. Las aves se retiran en bandada. Me asomo a la ventana y una fría brisa corta mi cara. A lo lejos un labrador regresa a su casa y desaparece cuando el sendero se oculta detrás de los árboles. Entonces vuelvo a encontrarme solo. Añoro mis lecturas, ellas me dan la vida. Cada libro un nuevo yo. Un mundo distinto lejos de estas cuatro paredes; sin fronteras, sin límites. Que áspera se me hace la vida en esta larga ausencia de buenos libros.

JANE AUSTEN

ITA MAQUI MI ABUELITA

Una tarde cualquiera de Abril me encontraba haciendo exactamente lo mismo que en estos momentos. Tú estabas frente a mí. Yo intentaba escribir mi relato y mientras te explicaba mis preocupaciones y con aquella manera tuya tan peculiar, me consolabas con tus bromas. Me hacías reír entre lágrimas. Ahora recuerdo tu sonrisa, recuerdo la mía… un poco triste con la cara todavía húmeda de mis llantos. Pero lo que yo no sabía es que al cabo de unos días mis ojos se llenarían de un mar de lágrimas y añoranza. Porque aquella fue la última vez que te vi, la última vez que te sonreí…

JANE AUSTEN

EL DOCTORCILLO

Nos remontamos a 1953, en Hawkshead, un pequeño pueblo en los suburbios de Reino Unido donde el doctor Cooper, es nombrado médico del pueblo.

Las primeras dos semanas, parece que ese trabajo como doctor en un pequeño pueblo es idílico. Realizando pocas visitas, casos de gripes…

Llegada ya su tercera semana de trabajo, el doctor recibe una llamada de los García, una familia de inmigrantes. Para la sorpresa del doctor, al llegar a su casa se percata de que los García sufren de tifus. Cooper, sin pensárselo dos veces prepara un medicamento con la esperanza de salvar a la familia.

El doctor se dirige a casa de los García, ya de noche, a la hora acordada para comprobar la eficacia del medicamento. Al llegar toca el timbre repetidamente, pero no recibe ninguna respuesta. Él se teme lo peor y decide entrar, halla a toda la familia muerta sin indicio de violencia junto a la radio encendida.

DON JUAN

IMPERFECCIONES PERFECTAS

Las calles de Barcelona se convierten en un laberinto árido durante el mes de agosto, atestada de turistas y sumida bajo el ensordecedor sonido de los coches. Los habitantes, entre ellos yo, acostumbrados a esa atmósfera caótica nos disponíamos a hacer vida ordinaria. Nada parecía inusual, todo se repetía como de costumbre, todo… hasta que la vi a ella. De pronto, todo se sumió en un completo silencio, como si del espacio se tratase, y es irónico porque en aquel preciso instante no me sentía sujeto ni al espacio ni al tiempo, solo a ella. No sentía mariposas en la barriga, ni tampoco un nudo en la garganta, simplemente era incapaz de apartar la mirada de aquella chica, era como si nuestras almas estuviesen conectadas y nuestros ojos fuesen el único lenguaje inteligible.

Tal vez Barcelona aquel día seguía siendo un completo caos, pero dentro de ese desorden, de esas imperfecciones, yo había encontrado la perfección.

LAYARKONG

UN CAMBIO EN LA SOCIEDAD

Todo iba muy rápido; la gente, los coches, el tiempo. Llegaba tarde a la estación de tren, pero entre empujones conseguí subirme a uno.

Hacía mucho tiempo que no cogía un tren, unos sesenta años. Cuando entré todo era muy diferente, ese olor a tabaco ya no estaba, todo era silencio y lo que antes eran periódicos eran ahora móviles. Pero a pesar de eso, mi única distracción continuaba siendo el paisaje.

Me abrí paso entre la gente con el bastón y fui a sentarme. Justo en ese momento entrábamos en un túnel, entonces las caras brillaban porque en las manos reinaban los móviles. Estaban todos con la mirada fijada.

Finalmente, salimos del túnel y me quedé mirando el paisaje. Fue entonces cuando me di cuenta de que antes se iba al móvil para escapar de la realidad, pero ahora se necesita la realidad para escapar del móvil.

BLUECAPBOY

CARAMELOS

Esta historia tiene lugar en Sarriá, un pequeño barrio de Barcelona en el que se encuentra nuestro protagonista, Oscar Figo.

Este iba caminando por la calle cuando de repente ve unos caramelos y se los decide comer. Esa misma noche se empieza a encontrar mal y decide ir al médico, este le dice que no tiene nada grave, que simplemente descanse, beba agua y haga reposo.

Oscar obedece a su doctor y se va a dormir. Pero lo que le pasaba no tenía nada que ver con los caramelos.

Al final, todo ese malestar y dolor venía de un tumor cerebral sin cura alguna, el cual provocaría su muerte esa misma noche.

Oscar

INFAME GUERRA

Me desperté fuertemente aturdido en la vasta planicie de una pradera toda incinerada por las incesantes bombardeos del enemigo. Permanecía inmovilizado por los rotundos estallidos que iban azarosamente cayendo en tierra firme. El pánico me impedía respirar con normalidad, tenía el pulso disparado. Bajé la mirada y solo podía ver mis pálidas manos temblequeando, sosteniendo el arma de fuego que albergaba entre las piernas. Giré la cabeza de lado a lado con inseguridad y desconcierto, únicamente podía escuchar las balas silbando a mi alrededor y los desgarradores gritos de hombres llorando como niños. Lo que más me pesaba era el macabro paso del tiempo, ese remordimiento de haber abandonado una familia me carcomía por dentro, un sentimiento de impotencia, de no poder hacer nada, de sentirme inútil

PECHI

RÉQUIEM POR UNA CABINA

Hoy, caminando por la calle Bartrina, he tenido una triste sensación al pasar al lado de una antigua cabina telefónica. Una de las pocas que aún se ven en la ciudad. He sentido nostalgia, me ha dado pena el abandono total. Se me vienen tantas cosas a la mente…eran tan necesarias…
Servicio a la ciudadanía a todas horas, dispuestas de sol a sol, ahí estaban erguidas, orgullosas de hacer bien su cometido. Eran solicitas y amorosas y si algunas fallaban a patadas las trataban y ellas, silenciosas, volvían a funcionar.
Me vienen a la mente tantos y tantos ancianos abandonados a su suerte cuando ya sus fuerzas tocan a su fin. Son como las cabinas, solicitas, amables y cariñosas, pero sólo mientras sirven a la sociedad y a su familia.

FORGUEST

EL HOMBRE QUE QUERÍA SABER

Érase una vez un hombre. Un hombre cuyo mayor deseo era saber. Como consecuencia visitó todas las bibliotecas, conoció a los mayores sabios y aprendió de los mejores maestros. Estudió tanto y tanto que se quedó sin nada que saber. Su sueño se había visto realizado, pues ya no había nada en el Universo entero que el hombre desconociera. Sin embargo, sentía que le faltaba algo. Pensó y pensó, pensó desde el despertar de la prímula hasta el brillo del ampo. Pensó para, al fin, comprender. Entendió que su deseo más profundo no residía en el saber, sino en aprender; que la felicidad se hallaba a lo largo del camino, y no en su destino. Asimiló que la vida era un camino sin fin, cuyo objetivo era no llegar al final. Lloró, pues, el sabio, al ver que pese a todo lo que sabía, de la vida todo lo ignoraba.

FRANCIS DE FRANCIS

EL FLECHAZO

Todo seguía un orden. Cada día era el mismo orden. Se veía el ocaso, la gente salía a la calle, llegabas a casa y comenzabas de nuevo.

Hasta que un día, el sol no se puso. La gente no salió a la calle, y, por mucho que quisiese, no podía llegar a casa. Mi cabeza no pensaba como debería y las cosas no funcionaban como deberían. Ese día fue como la conocí.

Mi estómago, al parecer albergaba mil bestias dentro y mil cosas volaban por mi cabeza. Mis extremidades dejaron de funcionar y no podía moverme. Una flecha atravesó mi débil corazón.

Fugazmente, ella desapareció, y con esto, mi cuerpo y alma volvieron al orden de antes. La sensación continuaba, pero cada vez más tenue.

A partir de ese momento decidí que la buscaría, que la encontraría…

RICA