EL HOMBRE QUE QUERÍA SABER

Érase una vez un hombre. Un hombre cuyo mayor deseo era saber. Como consecuencia visitó todas las bibliotecas, conoció a los mayores sabios y aprendió de los mejores maestros. Estudió tanto y tanto que se quedó sin nada que saber. Su sueño se había visto realizado, pues ya no había nada en el Universo entero que el hombre desconociera. Sin embargo, sentía que le faltaba algo. Pensó y pensó, pensó desde el despertar de la prímula hasta el brillo del ampo. Pensó para, al fin, comprender. Entendió que su deseo más profundo no residía en el saber, sino en aprender; que la felicidad se hallaba a lo largo del camino, y no en su destino. Asimiló que la vida era un camino sin fin, cuyo objetivo era no llegar al final. Lloró, pues, el sabio, al ver que pese a todo lo que sabía, de la vida todo lo ignoraba.

FRANCIS DE FRANCIS

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *