LOS EXTRAÑOS RITMOS DEL CÁNCER

Era realmente buena.

Su grupo se reunía cada martes en la sala de la planta de oncología. Todos los miembros sentían una inmensa gratitud hacia ella. A algunos les había ayudado a superar la rabia, a otros los había acompañado en la pena. Les echaba una mano con la reorganización de sus vidas. Los animaba a aceptar el diagnóstico, a encarar el tratamiento y los cambios físicos.

Lo único que echaban de menos era que ella tuviese el valor de superar la fase de negación y se desprendiese de esa falsa bata.

Pseudònim: Gada

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