La vida soñada

Entonces lo vi: estaba perdido. Aquello no era novedad, ya que se veía venir desde hace horas. Estaba solo. Horas y horas en esta oscura habitación. Sin una miga de pan que comer, sin una gota de agua que beber. No había hecho grandes hazañas en mi vida. Aun así, mis hijos y mi mujer me esperaban en casa, no sé si en la de la playa, en la de la montaña, en la de la ciudad. Aún tenía que dar la rueda de prensa por haber llegado nº 1 mundial. Pero no podía. Y, con la calma de saber que mi familia heredaría los doscientos millones de euros que tenía en el banco, me desplomé. De hambre, de sed y del cansancio de vivir tres décadas en un minuto. Con la tranquilidad de haber hecho las cosas bien, Sereno conmigo mismo.

Pseudònim: VM

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