LA MUERTE COLGÓ EL HÁBITO

Soy oscura y huesuda. Vengo a verte en el segundo de los dos únicos días de tu vida que no tendrán veinticuatro horas. Mi hermana oronda y redonda te recibió el primer día.

Las dos escuchamos lloros, pero con distinta musicalidad: los suyos de júbilo, los míos de pena y terror, asediados por súplicas de prórrogas que desatiendo con desgana.

Hoy me declaro en huelga, cuelgo el hábito sin espacio a réplica.

Voy a hacerme un vestido con destellos de estrellas, hilado con suave algodón de nubes pomposas, haré girar los vuelos de mi falda a ritmos de cascabeles y violines. Seré pura vida. Daré al mundo una prole de bulliciosas almas que pondrán todo del revés.

A partir de ahora seré el amanecer y no el ocaso así que quién quiera morir o matar que se apañe, que la plaza está vacante.

Pseudònim: Carmelita

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