La curiosidad mató al gato

Una terrible sensación me invadió por completo y no pude evitarlo, me acerqué al resplandor morado y turquesa. Mi instinto pedía a gritos que diera la vuelta y huyera sin mirar atrás. Pero no podía, era demasiado fuerte, no era capaz de resistirme a la inmensa curiosidad que había crecido en mi interior hasta hacerse con el control. Lo toqué y perdí el conocimiento por unos minutos (o eso pensé yo).
Cuando desperté no sabía dónde estaba, quién era o de dónde venía. No recordaba nada, tan solo me quedaba el amargo sabor de seguridad e indecisión a la vez, y el único pensamiento de que, me había perdido para siempre.

The Doctor

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