UNA HISTORIA CUALQUIERA

Robaron en una joyería, el ladrón salió corriendo tropezando con un transeúnte que paseaba por la calle, al chocar los dos hombres una joya se desprendió del bolsillo del ladrón yendo a caer a los pies del hombre. La policía viendo la joya a sus pies lo llevó detenido, se hizo un juicio extremadamente rápido y fue condenado a veinte años, en su casa los hijos esperaban al padre que nunca llegó, la madre había muerto no hacía mucho, eran dos niños muy pequeños a los que llevaron a una guardería, siempre allí preguntaban por su padre, siempre la misma respuesta, mañana vendrán, nunca más lo vieron, igual que ese cuantos otros habrán corrido la misma suerte en un mundo que no es perfecto.

EL POETA Y SU PERRITA

ENSEÑADME

No sé antes, pero ahora no usan pizarras. Prefieren ser asertivos y dialogar, sin generar grandes frustraciones ̶ aunque eso no siempre se consiga̶. Lo cierto es que aún recuerdo demasiado bien a algunos y son difíciles de perdonar. Pensar en ellos me perturba, desearía borrar de mi mente cualquier cosa que guardara relación. Volver atrás y aniquilarlos por completo sin dejar señal. La especialista me dijo que no sea tan radical, que intente comprenderlos a ellos y a mí en primer lugar. Insiste en que recuerde que seguramente algo saqué de ellos. Puede que tenga razón y que yo me haya vuelto a equivocar. Supongo que sí y que, al fin y al cabo, de los errores se aprende.

SIR QUENTIN BLAKE

SOMBRAS DE NADA

Era un hombre como cualquier otro, tenía una familia que había crecido con amor, era feliz viendo a sus nietecitos jugando y recordaba aquellas sonrisa de sus hijos cuando eran pequeños. Se sentía feliz, lo tenía todo, una tarde poco a poco fue perdiendo la memoria, primero olvidaba cosas, luego a sus seres queridos, llegó un momento en que no pudo vestirse, la comida le resbalaba por la cuchara incapaz de sujetarla. Su mujer, sus hijos veían como su vida se apagaba poco a poco, aquel hombre que lo había dado todo por ellos ya era solo un ser perdido en la profundidad de no se sabía que, quizás los reconociera aunque fuera incapaz de hacerlo sentir

Una tarde se fue de este mundo sin apenas darse cuenta, la terrible enfermedad del Alzheimer se lo llevó poco a poco.

EL POETA Y SU PERRITA

OLVIDO Y TRAICIÓN

Trabajaba de sol a sol con la sonrisa en la boca, nunca a sus hijos les faltó de nada, crecieron, estudiaron, uno se hizo abogado, el otro cirujano, se casaron, se fueron y aquella madre callada al verse sola, se fue muriendo de pena poco a poco, ni al entierro acudieron, simplemente la olvidaron.

Esta es la historia de una madre que como tantas y tantas se mueren de pena al quedarse solas.

EL POETA Y SU PERRITA

NIÑITA, NO TE ME MUERAS

Era un día de diciembre, había nevado, hacía frío, iba como cada día paseando por la calle cuando la vi, pocos años que tendría, pidiendo por caridad, todos pasaban de largo solo unas pocas monedas en su mano brillaban, me acerqué y le deposité un billete, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, me dio las gracias y salió corriendo. Yo extrañado seguí a aquella niña, la vi entrar en una juguetería y comprarse una muñeca, al salir me vio y reconociéndome me dedicó una sonrisa, esas sonrisas que dan los niños pobres mezcla de esperanza y de dolor, la vi perderse en una esquina y pensé que se iría a su casa donde sus padres la esperarían.

A la mañana siguiente leí en el periódico que una niña había sido encontrada muerta abrazada a su muñeca Era ella, por fin encontró una amiga y se fue con ella.

EL POETA Y SU PERRITA

MI BARQUITA MARTINELA

Cruza rauda por las aguas una barquita velera llamada la Martinela con sus velas desplegadas es la ilusión de los niños. El capitán hombre rudo y de sonrisa elegante, siempre lleva pasajeros recorriendo aquellos mares, le acompañan los delfines a la alegre Martinela y los niños se ilusionan viendo saltar tanto amigo. Un delfín más rezagado ha saludado a los niños y un chapuzón que se ha dado a todos los ha mojado, y ya resuenan las risas de los niños y sus padres mientras la Martinela va surcando por los mares. 

EL POETA Y SU PERRITA

PERMITIRSE SOÑAR

Las escaleras crujieron bajo los pies de Augustine mientras se escabullía hacia la entrada en mitad de la noche. Cuando cerró la puerta de su casa tras de sí, miró por enésima vez el breve mensaje que brillaba tenuemente en la pantalla de su teléfono. «Reúnete conmigo tras el centro comercial». Se caló la capucha de la chaqueta de lana y trató de contener el impulso de correr. El corazón le latía en deseo y dudas. Era consciente de que aquello no estaba bien por muchos motivos. Ser el segundo plato iba en contra de su idea de una relación, pero una pequeña parte de ella se permitía soñar. Soñar con un futuro a su lado, ir a la misma universidad, formar una familia. Soñar con ser la indicada.

Augustine llegó al centro comercial y miró a su alrededor. Allí no había nadie.

PATRICIA SPRING