Era mi primera carrera y nunca imaginé este final. Yo era solo un joven conejo muerto de miedo contra una manada de perros furiosos. Me abrieron la puerta y empecé a correr lo más rápido que pude, mientras las personas en las gradas gritaban emocionadas. Sentía el jadeo de los atléticos galgos que cada vez estaban más cerca de acabar conmigo, quedaban solo 100 metros, estaba tan cerca pero tan lejos. Ellos, cada vez más próximos, me sentía atemorizado cuando percibí sus dientes cerca de mi mandíbula. De repente todo paró, los perros dejaron de correr, unos humanos con carteles gigantescos empezaron a hablar con un micrófono a los espectadores, me cogieron del pescuezo y me levantaron ante el público. Jaque Mate |