Una tarde cualquiera de Abril me encontraba haciendo exactamente lo mismo que en estos momentos. Tú estabas frente a mí. Yo intentaba escribir mi relato y mientras te explicaba mis preocupaciones y con aquella manera tuya tan peculiar, me consolabas con tus bromas. Me hacías reír entre lágrimas. Ahora recuerdo tu sonrisa, recuerdo la mía… un poco triste con la cara todavía húmeda de mis llantos. Pero lo que yo no sabía es que al cabo de unos días mis ojos se llenarían de un mar de lágrimas y añoranza. Porque aquella fue la última vez que te vi, la última vez que te sonreí…
JANE AUSTEN