Todo seguía un orden. Cada día era el mismo orden. Se veía el ocaso, la gente salía a la calle, llegabas a casa y comenzabas de nuevo.
Hasta que un día, el sol no se puso. La gente no salió a la calle, y, por mucho que quisiese, no podía llegar a casa. Mi cabeza no pensaba como debería y las cosas no funcionaban como deberían. Ese día fue como la conocí.
Mi estómago, al parecer albergaba mil bestias dentro y mil cosas volaban por mi cabeza. Mis extremidades dejaron de funcionar y no podía moverme. Una flecha atravesó mi débil corazón.
Fugazmente, ella desapareció, y con esto, mi cuerpo y alma volvieron al orden de antes. La sensación continuaba, pero cada vez más tenue.
A partir de ese momento decidí que la buscaría, que la encontraría…
RICA