La ventana inesperada

Esa noche mí ventana estaba abierta porque no me acordé de bajar la persiana, pero pensé “no pasa nada” y me dormí. Al día siguiente la brillante luz del sol me despertó y pensé por qué no la cerré y como la luz me daba en la cara decidí dormir boca abajo. Por la tarde, después del colegio, me propuse acordarme de bajarla, pero por la noche al ir a la cama me di cuenta que no estaba bajada así que decidí levantarme y bajarla, pero no bajaba y le pregunté a mí padre por qué no funcioncionaba y me dijo que se habían ido los plomos y me quedé alucinado.

A.Mandarina.10

Gracias

Es todo desordenado y deprimente, pero no está todo perdido. Un pequeño rayo de luz entró y parecía que todo mejoraría. Ese amable y fuerte rayo de sol nos iluminó, hizo grandes hazañas y logró que nos sintiesemos seguros de nuevo. En realidad, lo mágico de ese rayo de luz no era ni como nos iluminaba ni las cosas que hacía. Lo que hacía que todos lo amasemos era que, finalmente, nos habia devuelto la esperanza. Ahora seguimos con ese rayo de luz, y aunque algún día nos dejará, nos ha enseñado todo lo que necesitabamos. Solo puedo decir, gracias mamá.

Tamaulipas

R·E·C·U·E·R·D·A

Tengo un maletín en la mano. Estoy cansado, pues hoy no he podido dormir pensando en lo que pasará tras haber puesto en marcha esta decisión. Intento enfocarme, pero no puedo, hay unas palabras en mi mente que no me dejan tranquilo: “¿Mis seres queridos?, ¿Qué sera de ellos, que opinarán sobre ellos? Intento volver el tiempo atrás, pero no puedo.Ya no lo puedo retroceder. Miro mi reloj, ya es la hora, tiro el maletín l suelo, pero eso no cambia nada, ese cronómetro ha comenzado. Pienso: “Mi último pensamiento será: Recuerda, todos esos buenos momentos de la vida”.

JREX

Fachada

Fachada elegante, interior escalofriante, carroceria hermosa,motor que destroza. Cada cual es igual con secretos por detrás. Secretos sin salir por culpa de la sociedad, no poder ser nosotros mismos por los gustos de la sociedad.No te gusta el fútbol, a ti te destruyo; no bebes no creces, te gustan los coches, niño hasta los 14. Si no somos como desean nos hunden en la miseria. Si me gusta algo lo grito, lo resalto y lo escribo. No cambies para ser alguien, ese “alguien” no es nadie.Por mucha capa, al final se destapa.

Smooth operator

Miradas

Todos me miran; yo temblando con mucho miedo y lágrimas corriendo por toda mi cara. Ellos siguen mirando, pero ya no hay vuelta atrás. Los gritos desgarradores de mi madre logró escuchar. El arrepentimiento aflora en mí, pero lo único que puedo decir es: ” lo siento mamá “.

MG

El tren imparable

No sé cuanto hace que estoy solo en esta estación. A cada rato pasan los trenes. Es inmensa la molestia y el disturbio que me causan y ojalá pudiera detenerlos, pero soy incapaz. Cada vez que lo intento se me pasan llevando y cuantas más veces, peor acabo. Le di vueltas y vueltas a qué podría hacer para detenerlo y me di cuenta de que no hacía falta. “Estas cosas vale más ignorarlas” me dije, y después de tantos años atrapado en mi consciencia, salí de la estación.

Valeró

La puerta de lingangu

Miré la puerta y empezaron a sonar nanas, chupetes rodeándome, juguetes hablándome y mi madre mimándome. Y supe que esa vida era la mejor.Ahora miro mi puerta y parece un cementerio. Olor a tabaco, canciones depresivas, sin juguetes y sin madre. No pude disfrutar lo bueno, porque lo bueno siempre se irá.

Madera

Las teclas del piano

88 teclas de un piano, todas distintas, algunas más agudas y otras más graves, de diferentes colores y tonos.Pero siempre dirigidas por dos manos.Al sonar algunas se fusionan perfectamente pero otras no y yo me pregunto cuando me unirán esas manos con mi tecla perfecta.

Fiesta loca

La Discoteca

Las luces estroboscópicas parpadeaban deslumbrando mis pensamientos. La música resonaba en mi cabeza. El dolor, el dolor era insoportable. La gente pasaba delante de mí, pero parecía invisible para ellos. Busqué una esquina donde sentarme. El volumen de la música aumentaba, mi corazón latía cada vez más rápido, las luces eran más intensas. El dolor, el dolor era insoportable. Tanto que me hizo gritar. Gritaba y gritaba desesperado, pero nadie escuchaba. De pronto sentí cómo una mano me tocaba el hombro.- Carlos, ¿Estás bien?- preguntó mi madre.

AVE

¡Todo al negro!

Y allí estaba, en medio de aquella sala tan gigantesca y con tanta luz y colores. En esa sala, sin ventanas ni relojes pensando en la única palabra prohibida allí dentro, el tiempo. Derrepente me fijo en las pocas monedas que me quedan y grito:”¡Todo al negro!”.

TOVIXI