La ciudad entre las páginas

Era ya tarde, sobre las cinco de la tarde, cuando me encontraba delante de una caja vieja en el desván de mi abuelo. Al abrirla, me di cuenta de que dentro había un cuaderno con páginas muy gastadas. Cuando empece a leerlo, me sorprendí al ver como las palabras iban cambiando ante mis ojos, como si se moviesen solas. La historia trataba sobre una ciudad secreta, escondida entre montañas, donde el tiempo no existía. Seguí leyendo sin pensarlo mucho, y de repente las palabras me absorbieron por completo, llevándome a ese mismo sitio.

ElBobo

Las galletas del tio

Estábamos jugando en frente de casa de la abuela con una sonrisa manchada de las galletas que nos solía hacer el tío. Pero esta vez no, esta vez estábamos en un descampado rodeados de soldados alemanes.Te miré hermano mio y me pregunté. ¿Qué hemos hecho mal?

Boixo

Un viaje no tan familiar

Subí al tren con mi madre. Me puse a hablar con ella sobre cosas que me habían pasado en la escuela, hasta que un hombre pasó por delante nuestro. Noté a mi madre muy tensa, ese hombre me sonaba muy familiar, pero no le di importancia. Más tarde, al fondo de mi vagón, escuché unos gritos aterradores. Me di cuenta de que habían matado a un hombre, un momento después ese hombre tan extraño se dirigió a mí y me dijo: “Perdóname, hijo”. Acto seguido saltó del tren y no le volví a ver nunca más.

Juan Casado

Horas Pasadas

El anciano relojero trabajaba en silencio, cada engranaje encajaba con precisión, cada tic resonaba como un latido. La gente del pueblo decía que los relojes no solo daban la hora, sino que atrapaban instantes.
Una joven llegó con un reloj de bolsillo roto. Era de mi abuelo, dijo, se detuvo el día que murió.
El anciano lo examinó y con manos temblorosas, ajustó un mecanismo y al moverlo, el segundero avanzó… Y por un segundo, el aroma a tabaco y lavanda llenó el aire.
La joven cerró los ojos. En su rostro apareció una sonrisa. El tiempo, a veces devuelvve lo que creíamos perdido.

Tigre de Bengala

El boracho

Parecia que no hubiese salida, el intentaba hacer cualquier cosa para evitarlos, pero parecia que lo que sus esfuerzos aumentaban el tamaño de esos fantasmas que le oprimian. Al no tener remedio con los fantasmas, se desahogaba con todo lo que se le interponia y convertia ese temor en ira. Necesitaba ayuda, no lo podia dejar ahi. Entonces, le di un abrazo.

Castor

Dejavú

Estaba en la estación de tren escuchando música tranquilamente.En ese momento llegó un tren cargado de estudiantes,bajaron, y se dirigieron al colegio.De entre todos esos chicos,se me acercó un chico a pedirme la hora y empezamos a hablar.Éramos como 2 viejos amigos que no se habían visto en mucho tiempo y tenian mucho que contarse.En el punto más interesante de la conversación llegó mi tren,y al despedirnos preguntó:-¿Pero porqué hemos cambiado tanto?-Porque la vida golpea más fuerte que nosotros.

El nuevo

Luchando contra sus sentimientos

Un caballero bajo la lluvia, con armadura y su espada, empapápandose. Se cruza con otro caballero encapuchado, con espada sobresaliendo de su cinturón. El cual empieza a provocarle, él, mientras tanto, haciendo oídos sordos sigue con su camino. Pero él, lo siguió mientras le decía cosas por la espalda, lo intentó ignorar hasta que no pudo más, se giró y le clavó la espada. Cuando le quitó la capucha…, vio a su hermano que murió hacía un año.

Sierrens

UN INTENTO MÁS

Sometido a la barandilla de ese puente donde el aire se siente frío y solitario, Marcos cerró los ojos. Todo acabaría pronto.-No lo hagas-Dijo una voz a su lado.Se giró y vio a un joven de unos 20 años. Su mismo rostro, pero sin arrugas ni ojeras. Sin el peso de los años.-¿Quién eres?-Pregunto Marcos con la voz helada.-Soy tú, antes de rendirme-EL joven lo miro con tristeza y rabia.-¿Recuerdas cuando soñabas con viajar, con amar de verdad? Aún puedes hacerlo-Marcos sintió un nudo en la garganta, bajó de la barandilla temblando. Cuando levantó la mirada su otro del pasado ya no estaba.Pero sus sueños, sí.

Liko

Para y descansa

Esa noche no podía dormir, tenía demasiadas cosas en mi mente. De repente escuché un sonido… era como un susurro. Después de unos segundos, lo volví a escuchar pero, esta vez el ruido era más alto. Me levante y empecé a mirar por la casa, hasta que vi al final de un pasillo una puerta vieja. Cuando entré en la habitación, lo volví a escuchar aún más alto. Pensaba que me estaba volviendo loco y me senté en la esquina de la habitación. Desde ahí vi que había un papel en el suelo que decía: “Para y descansa”.

M. W. Smith

Mis ojos

Esas tardes de domingo en el parque de la esquina, ¡qué buenos tiempos eran esos! Cuándo nos explicábamos nuestra vida, jugábamos, reíamos, demasiadas cosas. Pero ahora mis ojos se ponen tristes cuándo no te veo, por qué ya no te tengo. Te echo de menos.

Cono