Fuego, calor, ya solo quedaba la madera de lo que algún día fue mi paraíso. Miedo, desesperación, esa sensación de que todo tu mundo siempre hubiese estado sustentado por pilares de arena. Terror, pero sin llantos, porque, al fin y al cabo, dentro y fuera de este decadente palacio en llamas, ya no quedaba nadie para consolarme y hacerme olvidar que todo esto no ha servido para nada.
Hosea Mattews