No quise discutir más aquella noche. No busqué el encuentro con tu mirada, y desvié mi atención hacía lo que la caja tonta emitía. Me sentía observada, podía ser una sensación, pero la incomodidad pudo conmigo y volví a mirarte. No me equivocaba, allí estabas tú, incrédulo ante las palabras vomitadas, ante las intenciones no comprendidas, ante los sentimientos que no entendías.
No quise discutir más aquella noche. Volví la cara. Una lágrima rodó por mi mejilla, justo la que no llegaba al alcance de tu vista. Ya no te quería. Y una rosa descansaba en la mesita donde tantas noches habíamos cenado. Tal vez no fue acertado el día. No merecías vivir un Sant Jordi tan amargo, como el que te hice sentir, vida mía.
Pseudònim: Mía Porcel