Una mujer a mi lado está. Yo no sé quién es. Corro para escapar hacia un lado con todas mis fuerzas, pero su mano y mi mano son inseparables. Ella me dice que me esté quieto, pero yo no puedo. La inseguridad de no saber quién es no me deja dormir; no puedo pegar ojo. Todos mis sueños hablan de ella, pero justo cuando la miro a la cara, algo me recorre por el cuerpo y me despierto. Sin embargo, un día, al despertar de ese sueño, que era igual cada día, ella no estaba. Me sentía perdido, como un niño pequeño sin sus caramelos. No puedo parar de pensar en ella. Lo único que puedo hacer es pensar en su olor y en cómo ella y yo recorríamos este camino de flores interminables.
Devon Dotson