Cada Navidad la mesa estaba llena. Mis tíos contaban chistes malos y mis primos y yo reíamos, mientras la abuela nos servía un exquisito plato.Los años pasaron y la misa se fue quedando vacía. Primero mi hermano y después dos de mis primos se fueron a vivir fuera. Me he dado cuenta de que aunque algunas cosas cambien no deben ser peores.
Pedro de Juan