No sé cuanto hace que estoy solo en esta estación. A cada rato pasan los trenes. Es inmensa la molestia y el disturbio que me causan y ojalá pudiera detenerlos, pero soy incapaz. Cada vez que lo intento se me pasan llevando y cuantas más veces, peor acabo. Le di vueltas y vueltas a qué podría hacer para detenerlo y me di cuenta de que no hacía falta. “Estas cosas vale más ignorarlas” me dije, y después de tantos años atrapado en mi consciencia, salí de la estación.
Valeró