Era un día de diciembre, había nevado, hacía frío, iba como cada día paseando por la calle cuando la vi, pocos años que tendría, pidiendo por caridad, todos pasaban de largo solo unas pocas monedas en su mano brillaban, me acerqué y le deposité un billete, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, me dio las gracias y salió corriendo. Yo extrañado seguí a aquella niña, la vi entrar en una juguetería y comprarse una muñeca, al salir me vio y reconociéndome me dedicó una sonrisa, esas sonrisas que dan los niños pobres mezcla de esperanza y de dolor, la vi perderse en una esquina y pensé que se iría a su casa donde sus padres la esperarían.
A la mañana siguiente leí en el periódico que una niña había sido encontrada muerta abrazada a su muñeca Era ella, por fin encontró una amiga y se fue con ella.
EL POETA Y SU PERRITA