Caía y caía, la humedad penetraba en mi piel. Un océano de susurros envolvía el ambiente a cien metros de profundidad. A esas horas, todo era confuso y relativo. De repente, a mi espalda, una luz tenue se filtró por la pared. Solo pude intuir un mundo de formas y colores desconcertantes. ¿Otro túnel? ¿La sala de control? ¿Un espacio mágico? Comprendí mi diminuta existencia frente al cosmos inmenso que me rodea. No soy más que una hormiga en el jardín del universo. Crazy Arts |