Una bandada de minúsculas motas plateadas surgió volando a gran altura e inmediatamente empezaron a caer bombas sobre el centro de la ciudad. Mi madre y su hermana tuvieron la suerte de poder refugiarse en la boca de un metro junto con otros hombres, mujeres y niños. Al cabo de unas horas, aterrorizadas, salieron a la calle. Un inmueble vecino se había derrumbado y ardía en llamas. La ciudad era un caos. Gritos y lamentos, aderezados por el ruido de las sirenas de las ambulancias y de los coches de bomberos. Mamá y su hermana no olvidarían jamás aquella infausta tarde de 1938. La guerra había llegado a Barcelona. Prince Valiant |