No sé antes, pero ahora no usan pizarras. Prefieren ser asertivos y dialogar, sin generar grandes frustraciones ̶ aunque eso no siempre se consiga̶. Lo cierto es que aún recuerdo demasiado bien a algunos y son difíciles de perdonar. Pensar en ellos me perturba, desearía borrar de mi mente cualquier cosa que guardara relación. Volver atrás y aniquilarlos por completo sin dejar señal. La especialista me dijo que no sea tan radical, que intente comprenderlos a ellos y a mí en primer lugar. Insiste en que recuerde que seguramente algo saqué de ellos. Puede que tenga razón y que yo me haya vuelto a equivocar. Supongo que sí y que, al fin y al cabo, de los errores se aprende.
SIR QUENTIN BLAKE