Hoy, caminando por la calle Bartrina, he tenido una triste sensación al pasar al lado de una antigua cabina telefónica. Una de las pocas que aún se ven en la ciudad. He sentido nostalgia, me ha dado pena el abandono total. Se me vienen tantas cosas a la mente…eran tan necesarias…
Servicio a la ciudadanía a todas horas, dispuestas de sol a sol, ahí estaban erguidas, orgullosas de hacer bien su cometido. Eran solicitas y amorosas y si algunas fallaban a patadas las trataban y ellas, silenciosas, volvían a funcionar.
Me vienen a la mente tantos y tantos ancianos abandonados a su suerte cuando ya sus fuerzas tocan a su fin. Son como las cabinas, solicitas, amables y cariñosas, pero sólo mientras sirven a la sociedad y a su familia.
FORGUEST