Era un día soleado cuando ella llegó a la estación de Sant Cugat, dispuesta a irlo a visitar. Ella volvía a su pueblo después de quince años; aquel pueblo que la había visto crecer. Aquel pueblo en el cual habitaban sus familiares y sus amigos de la infancia. Pero, sobre todo, aquel pueblo donde él se encontraba.
Corrió por la calle de Santa María mientras recordaba la última vez que lo vio: no fue amor a primera vista, sino que su amor se fue formando lentamente tras el paso del tiempo. Él estuvo presente en sus bailes de “Paga-li, Joan” de la Festa Major y en su boda. Y, a lo lejos, pudo reconocerlo. Allí estaba.
El monasterio de Sant Cugat que se alzaba con tanta majestuosidad como siempre.
Pseudònim: Lirio