Me desperté en mitad de la noche, debían de ser las doce, sobresaltado por una especie de susurro que no comprendí. Parecía real, aunque preferí no darle demasiada importancia y seguir durmiendo. Unos minutos después volví a oírlo, pero esta vez sí me pareció entender lo que decía:
-VEN
Por miedo a lo que pudiera ser, decidí volverlo a ignorar y pensar que habría sido el ulular del viento. Sin embargo, poco más tarde volví a escucharlo. Era una voz deshumanizada que insistía:
-VEN, ES TU HORA.
Esta vez me fue imposible ignorarla; resonaba en mi habitación y en mi mente con fuerza, dejándome aturdido y aterrado. Inmediatamente después, se abrieron las ventanas con un gran estruendo. Escondí la cabeza bajo la almohada a modo de escudo, como hace un niño para protegerse de los monstruos imaginarios que lo atormentan. Pero esta vez, el niño era un anciano y el monstruo, la muerte.
Pseudònim: La misión