Ahora se ha puesto de moda el “volar”. Darle alas a alguien, volar junto a él. ¿Por qué? Yo, a diferencia de otros, de hecho, a diferencia de todos a los que conozco, no puedo volar. En cambio, tengo el asombroso don de correr. Desde que todo el mundo vuela, el cielo está plagado de alas grises, dañadas. Mientras que el suelo está teñido de verde. No podría volar aunque quisiera, pues no tengo alas. Y esto se debe a que hace mucho tiempo, cuando aún las tenía, ayudé a alguien a sanar las suyas. ¿Sabéis para qué usó esas alas? No lo hizo para volar junto a mi, sino para alejarse. Ese sentimiento me quebraba por dentro. Y ese dolor interior, ese dolor que nadie más a parte de mi podía sentir, decidí hacermelo a mi misma por fuera. Porque esa es la única manera de hacer que alguien sienta el dolor que siento yo.
Pseudònim: Gat galàxia