Alejado de mis hijos en aquel rincón oscuro veo las horas pasar, miedo, incertidumbre, terror, angustia, que me deparará el mañana, podré volver a mis hijos o me llevaran sin más por culpa de este terrible virus.
Es triste, muy triste no saber, una enfermera se me acerca, con una sonrisa agradable me dice, mañana le darán el alta, está curado.
Un no sé qué me sube a la garganta, consigo articular unas palabras, gracias, gracias. A la mañana siguiente al salir por la puerta del hospital veo a mis hijos que me esperan, intento correr hacia ellos pero aún estoy muy débil, nos abrazamos, reímos, lloramos, la alegría es inenarrable, estoy salvado.
Per cuantos y cuantos quedaron en el camino, que no tuvieron tanta suerte como yo.
Pseudònim: El poeta triste