ALMAS GEMELAS

Su alma había sido purificada ante mis ojos, y brillaba con total intensidad.
Era de color azul cuando nos mirábamos, roja cuando nos besábamos… Era rosa cuando sonreía, y verde cuando dormía.
Mi alma también había sido purificada a sus ojos, era la única manera de que se uniese a la suya.
Y entonces, nuestras almas eran solo un reflejo de la otra.
Amor, lujuria, afecto, creatividad, nuestras auras iluminando como una, y de repente, sin pedirlo, éramos blanco.
Ya no había diferencia, él era yo, y yo era él.
Era propio de almas gemelas.

Pseudònim: Afrodita

Hoy lo veo así

Hoy he entendido de qué va esto. Con un “te quiero, papi” mi hija me lo ha explicado todo. Solo tres palabras para comprender que no quiero escribir sobre la enfermedad o el paso del tiempo. No. Es abril y los árboles están preciosos. La vida no se detiene.

Quiero salir a la calle y compartirlo con todo el mundo. Quiero explicar a mis amigos que los golpes no me doblegarán. Hoy gano yo y no me importa quién gane la partida final.

Soy feliz y punto.

Pseudònim: Mr. Strong

SOLO Y MISTERIOSO

Y ahí estaba él solo, como de costumbre, sentado al final de la clase en donde los rayos de sol ya no tocaban su mesa, con esa mirada tan triste y perdida en sus pensamientos. De camino a casa, decidí seguirle para saber qué ocultaba; me intrigaba demasiado su misterio. Se adentró en el bosque y comenzó a correr hacia la vieja cabaña que se veía a lo lejos. Me escondí detrás de un árbol y me quedé petrificada cuando vi colgando el cuerpo de una joven que había desaparecido hacía dos semanas. Muerta de miedo corrí y corrí hasta quedar sin aliento. Tenía que contárselo a la policía. Y como si él hubiera leído mi mente apareció delante, puso sus manos sobre mi cuello y me susurró: “O mi cómplice o mi víctima”.

Pseudònim: S.Horizon

¿QUIÉN ERES?

Nadie lo oía. Nadie le respondía pero él, en cambio, podía ver esos hermosos rostros, cada uno con sus curvas, sus cabellos lisos y rizados. Se podía perder en ese mar cuando miraba esos ojos, ese olor a colonia recién echada sobre la camisa a rayas. Los veía, pero para ellos él era como agua cristalina. Observaba todo sin que nadie pudiera intervenir en su vida. No tenía hogar ni familia; aprendió a no ser amado por nadie  y, aun así, cada mañana se levantaba bajo el puente e iba a ese bar donde, a través del cristal,  podía ver a esa hermosa mujer que lo volvía loco. Él la miraba fijamente  con la esperanza de que algún día ella le dirigiese una palabra. Pero pasaron los meses y nada cambió. Aquel hombre era invisible, pero nadie se enteró de ello.

Pseudònim: Agua

MI HABITACIÓN

Este espacio, cuidadosamente decorado, estas cuatro paredes son mías, me conocen…

Una cama, una gran mesa repleta de mis objetos personales y una ventana con vistas al jardín son testigos de mis pensamientos. Unos son buenos, otros no tanto; positivos, alocados; algunos proyectan mi yo del futuro, mis deseos.

Ahora, en primavera, estos pensamientos fluyen en mi cabeza; me invaden a ratos, no me dejan descansar.

Estas cuatro paredes conocen mi nuevo proyecto. Pronto llegará el día, lo tengo todo organizado.

Pseudònim: QUADACLISMO

Instrucciones para interrumpir una discusión

Mis padres no paraban de discutir en el piso de abajo mientras mi hermana y yo intentábamos dormir. Estaba cansado de los gritos, y los golpes no hacían más que empeorar la situación. Harto de este panorama, decidí bajar de una vez. Ya en la escalera me miraron; sabían que algo grave iba a pasar. Mientras bajaba me acordé de Cortázar y de sus interminables instrucciones de cómo subir unas escaleras; pero esto era diferente. Las estaba bajando. No sé exactamente cómo describirlo, pero, en ese momento, mi mente pensaba en ir hacia arriba y mis piernas hacia abajo. Después de tropezar, me vi en el aire observando, desde la distancia mi propio cuerpo con el rostro lívido. Mis padres ya no discutían. Yo ya no respiraba.

Pseudònim: BEBESITAA

Nervios de la primera vez

Se levantó. Aunque no sabía cómo sentirse, no paraba de decirse a sí mismo: hoy es el gran día. Se vistió para la ocasión: un elegante traje planchado y preparado la noche anterior. Desayunó solo. Necesitaba coger fuerzas para aquel “gran salto” en su vida. Salió de su casa, sin llaves, aunque no las había olvidado. Pidió un taxi, al que añadió una generosa propina. Bajó del vehículo y mirando el edificio recién inaugurado, entró.

A sus 19 años había aprendido a no llegar tarde a los sitios, además, no quería hacer esperar a la mujer que lo tenía que recibir. Subió a su planta indicada; le alegró ver que tenía unas vistas increíbles de Barcelona. Soplaba un poco de viento, pero no le molestó.

Estaba muy nervioso. Había estado preparándose para ello, así que no se lo pensó.

Un salto y 23 plantas fueron suficientes para arrepentirse de lo hecho, pero ya no había vuelta atrás; aunque tuviera 19 años y hubiese aprendido a llegar siempre a la hora, ya era tarde, Ella lo estaba esperando abajo.

Pseudònim: Tres

NI EN EL MÁS PROFUNDO SUEÑO

Era una noche oscura y fría de invierno. Todo el mundo estaba en sus casas menos Martín, que andaba solo por la calle. No tenía a dónde ir, estaba perdido y no sabía qué hacer ni en quién confiar. Era de esas personas que creen en los mitos y en las leyendas, razón por la que estaba un poco asustado por todo aquello que lo rodeaba.

Si se dio la vuelta fue porque escuchó un ruido y vio pasar, de la nada, un gato negro de mirada penetrante. Se le erizó el vello al relacionar el gato con la oscuridad, el infierno, el miedo, los demonios, la muerte…

Y a causa de aquel temido miedo, no logró despertar del sueño.

Pseudònim: Tika

LA HORA

Me desperté en mitad de la noche, debían de ser las doce, sobresaltado por una especie de susurro que no comprendí. Parecía real, aunque preferí no darle demasiada importancia y seguir durmiendo. Unos minutos después volví a oírlo, pero esta vez sí me pareció entender lo que decía:

-VEN

Por miedo a lo que pudiera ser, decidí volverlo a ignorar y pensar que habría sido el ulular del viento. Sin embargo, poco más tarde volví a escucharlo. Era una voz deshumanizada que insistía:

-VEN, ES TU HORA.

Esta vez me fue imposible ignorarla; resonaba en mi habitación y en mi mente con fuerza, dejándome aturdido y aterrado. Inmediatamente después, se abrieron las ventanas con un gran estruendo. Escondí la cabeza bajo la almohada a modo de escudo, como hace un niño para protegerse de los monstruos imaginarios que lo atormentan. Pero esta vez, el niño era un anciano y el monstruo, la muerte.

Pseudònim: La misión

CAPEANDO EL TEMPORAL

– ¡Alzad las banderas!

– ¡Sí, mi capitán!

La marea está descontrolada; todos los marineros se apresuran a sus puestos, cualquier fallo puede ser irreversible. Las envolventes olas del angosto y bravío mar golpean contra la proa del barco repetidamente. El capitán agarra el timón con todas sus fuerzas para poder redirigir el barco hacia su destino. El velero, con sus valientes marineros asustados por los terribles embates de las olas, va de lado a lado como un péndulo. Un joven marinero grita:

– ¡Capitán, hace una hora que Poseidón nos agita con violencia!

– ¡Es ese condenado niño otra vez, que no deja de jugar con la botella!

– Capitán, entonces ¿qué hacemos?

– ¡Alza la bandera y espera a que se vaya del mostrador, grumete de agua dulce!

Pseudònim: Peaky Blinders